lunes, 22 de noviembre de 2021

 


JORNADA ORGANIZADA POR DEMOSPAZ: Derechos Humanos, Convivencia y Gestión Positiva de la Diversidad.

17 de noviembre de 2021. 

Os dejo aquí mi intervención: 

Derechos Humanos y Diversidad 

Alicia cebada Romero

¿Cómo garantizar los derechos humanos en sociedades diversas y plurales?

Impidiendo que la diversidad se convierta en desigualdad. La promoción de la igualdad resulta esencial.

En ese momento, la situación es alarmante y más después de más de un año y medio de pandemia. Se ha hablado de una cronificación de la desigualdad,[1] aunque habría que añadir que esa cronificación solo es un fenómeno nuevo en el Norte Global, donde hemos tenido que aprender a convivir con la conciencia de nuestra vulnerabilidad.

De acuerdo con Gorän Therbon, la desigualdad debe ser tratada como un fenómeno multidimensional[2]. Y constituye una violación de la dignidad humana porque impide que las personas puedan desarrollar sus capacidades humanas.

Él sostiene que la “desigualdad mata”, reduce la esperanza de vida, nos hace más vulnerables a las enfermedades y a la violencia. En sus palabras: “la desigualdad es una violación de la dignidad humana, una negación de la posibilidad de desarrollo de las capacidades humanas. Puede adoptar múltiples formas y tiene múltiples consecuencias: muerte prematura, mala salud, humillación, subyugación, discriminación, exclusión del conocimiento o de la vida social predominante, pobreza, impotencia, estrés, inseguridad, ansiedad, falta de confianza en uno mismo y de amor propio y exclusión de las oportunidades que ofrece la vida”.

Que la desigualdad mata es una verdad indiscutible en el caso de la desigualdad de género, que se expresa mediante la violencia machista, la que se ejerce contra las mujeres por el mero hecho de serlo (de acuerdo con la definición recogida en el Convenio de Estambul).

Therbon sostiene la existencia de tres tipos de desigualdad: la desigualdad vital , que deriva de nuestro estatus social y que se expresa en diferentes opciones u oportunidades de vida y que se puede conectar con la necesidad de redistribución, aunque también se puede relacionar con el reconocimiento[3]. Los indicadores de la desigualdad vital serían la esperanza de vida, las tasas de mortalidad, los relativos a la salud o a la educación.

La desigualdad existencial, que se refiere a la asignación desigual de los atributos que constituyen a la persona: autonomía, dignidad, libertad, derecho al respeto (todo esto tiene que ver con el reconocimiento).

Y la desigualdad de recursos, que requiere redistribución.

Gorän Therbon mantiene que cada una de estas desigualdades tiene su propia dinámica. También se refiere a la producción de desigualdades a través del a) distanciamiento; b) la explotación; c) la exclusión; d) la jerarquización.

No nacemos desiguales. Nacemos diversos, pero no desiguales. Es el sistema el que nos hace desiguales. Mientras que la diversidad es un activo para la sociedad, la desigualdad configura sociedades estructuralmente violentas. No se puede aspirar a alcanzar el ODS 16 si persiste la desigualdad.

Si no se acepta la diversidad inherente a todo grupo humano, existe el riesgo cierto de que esa diversidad se traduzca en desigualdad, por la aplicación a determinados subgrupos de cualquiera de estos mecanismos de producción de desigualdades. La falta de reconocimiento, acompañada de la falta de redistribución, de los colectivos diferentes, lleva a la discriminación, a la desigualdad – probablemente en cualquiera o en todas las dimensiones mencionadas.

¿Cómo hacer frente a las dinámicas de polarización, que exacerban las diferencias y dividen y enfrentan a la sociedad?

Hay que evitar que la diversidad sea objeto de la aplicación de instrumentos de producción de desigualdad. La diferencia no debe convertirse en desigualdad. Hay que reconocer y hay que redistribuir. Tendremos que ser capaces de utilizar estas dos claves en nuestras comunidades más cercanas, pero también deberemos – desde una perspectiva más global – ser capaces de levantar la mirada y superar las fronteras nacionales, para llegar a soluciones que alivien las grandes desigualdades que se dan más allá del Estado, en el plano internacional.

Vivimos un momento histórico en que se han ido desencadenando crisis, sin que hayamos logrado resolver definitivamente ninguna de ellas. En el mundo occidental, nos sentimos más vulnerables que hace 20 años. Primero sufrimos el impacto del 11S, luego nos vimos inmersos en una crisis financiera global, todavía no hemos logrado dejar definitivamente atrás la pandemia del COVID 19. En estos días, cuando aún nos falta tomar plena conciencia de la crisis climática que es una realidad, sufrimos la amenaza de la crisis energética.  Pero ya lo ha advertido la FAO, no vamos a poder salir de estas crisis si no se aplican recetas que específicamente busquen paliar las desigualdades.

Para evitar la polarización, además, hay que fomentar el DIÁLOGO. Porque el diálogo en sentido genuino exige el reconocimiento del otro y contiene un ingrediente fundamental que es la escucha. La idea del diálogo como un espacio y un proceso de reconocimiento mutuo me parece muy adecuada para subrayar su valor.

También habría que rebajar la carga de negatividad que ensucia la conversación pública. Sería altamente recomendable que los actores públicos y los políticos se autocensuran en cuanto a la difusión de discursos negativos y centrados en descalificar al otro. El ruido en el espacio público solo sirve para emponzoñar una realidad ya suficientemente difícil.

Hay que reducir el malestar social, el descontento, evitar que sigan aumentando los grupos de perdedores de la globalización. El panorama que tenemos no es nada halagüeño. Tras el COVID 19 se ha perdido un tiempo de oro en la lucha contra la desigualdad y hay perdedores muy claros: los jóvenes, las mujeres y otros colectivos en situación de vulnerabilidad, como los inmigrantes. El Programa de Desarrollo de Naciones Unidas ha denunciado que 2020 fue el primer año en que el desarrollo humano global sufrió un deterioro desde que se creó el concepto en 1990

¿Cuáles son las principales fuentes de discriminación, como se manifiestan y que estrategias son más efectivas para reducirlas?

Se pueden identificar las fuentes de discriminación con los productores de desigualdad a los que me he referido antes, sobre la base de Therbon: a) distanciamiento y exclusión; b) explotación y c) jerarquización.

Para evitar el distanciamiento y la exclusión hay que encontrar fórmulas de redistribución. A escala global, me parece prioritario acabar con los paraísos fiscales[4]. Si acabáramos con los evasores de impuestos, se podrían reforzar las políticas nacionales e internacionales de redistribución, con lo que se instalaría un modelo económico más justo.

El distanciamiento viene provocado por la desventaja comparativa, por lo que se puede salvar con mecanismos de discriminación positiva. Y la exclusión conlleva la marginalidad por las dificultades de acceso. Para evitar la exclusión las políticas públicas- salud, educación, social - son fundamentales.

Es esencial que el Estado despliegue un escudo social para proteger a los más vulnerables. Según Eurostat el 27% de los españoles estaban a finales de 2020 en riesgo de pobreza o exclusión social. Para estas personas es apremiante en estos momentos en nuestro país,  facilitar el acceso al ingreso mínimo vital.

Hay que promover el reconocimiento. Aquí el ejemplo del movimiento feminista y su lucha por el reconocimiento de los derechos de las mujeres es alentador. Probablemente los grupos excluidos y marginados tienen que agruparse y constituir alianzas, pacíficas.

Para evitar la explotación hay que establecer normas que protejan a los más vulnerables. No sólo hay que prohibir el trabajo infantil o el trabajo forzado, graves violaciones de los derechos humanos, sino que también hay que promover un trabajo decente, un trabajo digno – No puede ser que cada vez haya más trabajadores pobres. El salario mínimo interprofesional es clave.

Y hay que evitar la jerarquización, a través de la aplicación del Estado de Derecho. Todos somos iguales ante la ley. También hay que buscar formas humanas de gestionar los flujos migratorios.

Otras líneas de actuación: Educar en Diversidad y Empatía (escuelas e institutos); Acción para fomentar la tolerancia y el respeto (alianza con la sociedad civil).

Conexión con el ODS 16 Paz, Justicia e Instituciones Sólidas. Es necesario crear sociedades pacíficas, justas e inclusivas.



[2] La Desigualdad Mata, Alianza. Madrid, 2015.

[3] Véase este artículo del 2 de noviembre donde se señalaba que  un recién graduado en Derecho proveniente de un entorno humilde tenía muchas menos probabilidades de obtener un salario digno que uno proveniente de un entorno desahogado (https://elpais.com/educacion/universidad/2021-11-02/con-titulo-universitario-y-en-riesgo-de-pobreza-estudie-derecho-estoy-en-paro-y-antes-trabaje-14-anos-limpiando.html ).

 

[4] Según los datos que recoge Andreu Missé, para El País, la evasión fiscal supera en la UE los 135.000 millones de euros al año https://elpais.com/economia/2021-11-02/atreverse-con-la-desigualdad.html


1 comentario:

  1. La igualdad de oportunidades es un compromiso esencial. Adaptar nuestras sociedades para incluir a todas las personas, sin importar sus necesidades especiales, es un paso hacia una comunidad más justa y enriquecedora para todos.

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