viernes, 25 de febrero de 2022

Hora de proteger el orden internacional

 Proteger el orden internacional

Alicia Cebada Romero

 

La guerra de agresión iniciada por el líder ruso no tiene como objetivo Ucrania, sino que es un torpedo contra la línea de flotación del orden internacional. Ahora amenaza a Suecia y Finlandia. Frente a los avances democráticos y la consolidación del Derecho internacional de los derechos humanos, Rusia había comenzado a manifestar una voluntad descarnadamente regresiva en el siglo XXI. Lo hizo en Georgia, en 2008. Ahora sabemos que Crimea fue un ensayo de la conquista de Ucrania, un Estado soberano. El Gobierno ruso también ha hecho todo lo posible por bloquear los desarrollos del Derecho internacional más vinculados a la protección de las personas y sus derechos y al reconocimiento de los cambios en la sociedad internacional que configuran una comunidad en la que los Estados no son los únicos actores internacionales. El Gobierno ruso se sentiría más a gusto en una sociedad internacional constituida únicamente por Estados que no estuvieran constreñidos por determinadas normas internacionales.  Estaría encantado con una vuelta a un unilateralismo descarnado. Querría volver a establecer un marco en que el derecho internacional se ocupara exclusivamente de regular la coexistencia de los Estados, renunciando a otros objetivos como el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, mediante la prohibición del uso de la fuerza armada; o la protección de los derechos fundamentales – que ha llevado a la confirmación de la subjetividad internacional de los individuos.

Los representantes rusos, acompañados en este afán por los chinos, se han empeñado en estos años del siglo XXI, en cuestionar los consensos internacionales en estos ámbitos. Cuando estamos a punto de festejar el Día de la Mujer,  conviene recordar que los Gobiernos de estos dos países, acompañados por el inefable Trump, se despojaron de los complejos para bloquear la Agenda Mujeres, Paz y Seguridad en los prolegómenos de su vigésimo aniversario. En 2019 se ocuparon de frustrar la intención de Alemania de aprobar una decisiva Resolución del Consejo de Seguridad sobre violencia sexual en conflicto, exigiendo renuncias en el articulado de la Resolución, a cambio de una abstención, que simbolizó un portazo en toda regla a la Agenda. En este marco, tanto los representantes rusos, como los chinos, han expresado sin ningún tipo de disimulo, su desconfianza hacia la sociedad civil, alarmados por la tendencia del Consejo de Seguridad hacia una mayor apertura a la participación de las organizaciones no gubernamentales en sus sesiones. Renuentes y recelosos de la introducción de la lógica de los derechos humano, encarnada en la Agenda Mujeres, Paz y Seguridad, en el sistema de seguridad colectiva, y aferrados a un modelo en el que solo se reconoce el poder de los Estados y que da la espalda a la evolución, innegable, de la sociedad internacional. En los debates relativos a la Agenda Mujeres, Paz y Seguridad, que busca fundamentalmente potenciar y aumentar la participación de las mujeres en las negociaciones de paz y protegerlas del impacto de los conflictos, los representantes rusos han llegado a sostener que no debe hablarse de violencia de género asociada a los conflictos,  sino de violencia contra los civiles, negando la naturaleza específica de los crímenes perpetrados contra mujeres y niñas, incluyendo la violencia sexual.

El gobierno ruso querría vivir en una comunidad internacional que estuviera regida por un derecho internacional al servicio exclusivo de los Estados. Pero lo cierto y verdad es que el Derecho internacional es hoy día un instrumento al servicio de la humanidad. Nosotros, como parte de la sociedad civil, no debemos dejar de exigir que no se permita a Rusia culminar esta regresión. En vísperas de la semana de la mujer, debemos reclamar que se siga avanzando hacia la igualdad, que no se condone una guerra de agresión, y denunciar los intentos de limitar derechos. No aceptaremos ningún movimiento que no conduzca a avances en estos ámbitos. Ni un paso atrás. En el contexto actual no debemos reconocer ningún hecho consumado que se haya derivado de un uso ilícito de la fuerza armada. Y pedir que se escuchen las voces de las mujeres también en esta nueva guerra ilegal.

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