jueves, 21 de junio de 2012

Ataque al Tribunal Constitucional



La reacción furibunda contra la decisión del Tribunal Constitucional en el asunto Sortu, parece ser más fruto de una pataleta política que de una reflexión responsable. Entre la saludable discrepancia y la bravuconada innecesaria hay una gran distancia en términos de talante y calidad democrática.

Mienten descaradamente los que denuncian que una sentencia como la anunciada es incompatible con la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. en concreto con la Sentencia Batasuna de 2006. No hay nada incompatible entre la decisión del Tribunal constitucional y la adoptada por el Tribunal europeo. Por el contrario la primera está en línea con la jurisprudencia del Tribunal europeo en la que se considera que el pluralismo es fundamental para la democracia y que la ilegalización o prohibición de un partido político es una medida absolutamente excepcional cuya necesidad en una sociedad democrática debe quedar perfectamente acreditada.

Los que ahora alaban a la Sala 61 del Tribunal Supremo, parecen olvidarse de que la adopción del Auto Sortu puso de relieve una división sin precedentes (todas las resoluciones de la Sala 61 hasta ese momento se habían adoptado por unanimidad). Se aprobó por nueve votos contra siete, acompañado de voto discrepante. Ese voto anticipaba el resultado que se acaba de consagrar en la sentencia del Tribunal constitucional. Los magistrados que se manifestaron contrarios a la decisión de la mayoría dudaban de que Sortu pudiera considerarse como el sucesor del anteriormente ilegalizado Batasuna.

La decisión de denegar el derecho de Sortu a la inscripción en el registro de partidos políticos habría sido muy difícil de justificar ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Los que sostienen lo contrario no se han leido las sentencias en los asuntos Partido socialista y otros v. Turquía (1998 y 2003). No olvidemos que, a diferencia de Batasuna, Sortu había condenado la violencia en sus estatutos y que ya se había puesto de relieve en el Supremo una fractura en relación con la valoración de la prueba para determinar que Sortu y Batasuna eran la misma cosa. 

Pero no hay peor necio que el que no quiere entender. 

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